En medio de la creciente influencia cultural de Corea del Sur, el líder norcoreano de 37 años, Kim Jong-un, está imponiendo penas más severas a los ciudadanos que se les sorprenda escuchando música K-pop.
La secreta campaña anti-K-pop salió a la luz a través de documentos internos sacados de contrabando de la República Popular Democrática de Corea (RPDC) y la nota fue difundida por Seúl Daily NK y el prestigio periódico The New York Times también se hizo eco de la noticia.
La República Popular Democrática de Corea ha calificado las influencias culturales del sur como un «cáncer vicioso» que corrompe el «atuendo, los peinados, los discursos y los comportamientos» de los jóvenes norcoreanos. En un aparente intento de lanzar su propia cultura de cancelación, Kim introdujo nuevas leyes en diciembre que estipulan que cualquiera que sea sorprendido viendo o poseyendo contenido surcoreano podría ser condenado a hasta 15 años de trabajos forzados. El castigo máximo anterior para los fanáticos de cantantes populares como BTS era de cinco años.
Si eso no fuera lo suficientemente duro, los contrabandistas de K-pop podrían incluso enfrentarse a penas de muerte, mientras que aquellos que sean sorprendidos cantando, hablando o escribiendo al «estilo surcoreano» podrían ser sentenciados a dos años en un campo de trabajo, según los documentos contrabandeados. En mayo pasado, un ciudadano fue asesinado a través de un pelotón de fusilamiento por vender música pirata originaria de Corea del Sur.
El entretenimiento surcoreano se ha pasado de contrabando a través de la frontera con Corea de Norte, inicialmente en forma de casete y, finalmente, almacenada en memorias USB desde China.