Bandai Namco reveló un nuevo tráiler del anime Marriagetoxin. La animación, producida por el prestigioso Studio BONES, destacó de inmediato por su altísima calidad. Esto desató una tormenta de reacciones en redes sociales. En X, fans de One Punch Man expresaron su frustración. Muchos cuestionaron por qué la productora no asignó un estudio de ese calibre a la tercera temporada de la serie. La molestia aumenta porque se trata de una franquicia mucho más popular y rentable.
Esta disparidad revela una estrategia tan extendida como polémica en la industria del anime, conocida como el efecto franquicia. Analizamos por qué las productoras suelen apostar fuerte en lo visual con nuevas IP como Marriagetoxin para posicionarlas y generar prestigio, mientras que en títulos consolidados como One Punch Man aplican una lógica más conservadora de costos, partiendo de la idea de que el público fiel consumirá el producto independientemente del nivel de animación. Este contraste explica gran parte del descontento actual del fandom y abre el debate sobre cómo se gestionan las franquicias de éxito a largo plazo.
Cuando el éxito garantiza audiencia, pero no excelencia

Para una productora como Bandai Namco, una serie nueva como Marriagetoxin necesita un impacto visual sobresaliente para destacar en un mercado saturado. Apostar por Studio BONES es una forma de generar credibilidad inmediata y posicionar la obra como un producto cuidado desde su presentación. En el caso de One Punch Man, la lógica parece invertirse. Al tratarse de una Propiedad Intelectual ya consolidada, la productora parte de la idea de que la audiencia está garantizada. Esto abre la puerta a decisiones más conservadoras en cuanto al estudio de animación y al nivel de ambición técnica, bajo la premisa implícita de que la popularidad de la franquicia sostendrá el interés del público.
Dentro de la industria del anime, esta dinámica es una de las principales fuentes de frustración del fandom. Cuando una serie alcanza el estatus de fenómeno cultural, es común que se priorice la estabilidad operativa sobre la excelencia visual, lo que termina percibiéndose como un castigo a la lealtad de los seguidores más comprometidos.
El estándar que creó la propia franquicia

La fuerza de One Punch Man se cimentó en una animación que marcó época, especialmente durante su primera temporada con Madhouse. Ese nivel visual no solo elevó la historia, sino que definió las expectativas del público. Cuando ese estándar no se mantiene, la sensación entre los fans no es simple comparación, sino desencanto. Ver que la productora apuesta por un estudio de alto perfil para una IP nueva, mientras opta por decisiones más conservadoras en su serie más reconocida, se interpreta como una señal de que el cuidado artístico ya no es prioritario.
Desde la perspectiva del fandom, esta percepción alimenta la frustración que se expresa en redes como X. No se trata solo de animación, sino de respeto por la obra que construyó su prestigio. En series de acción donde el impacto visual es central, una caída en la calidad puede erosionar el entusiasmo y volver a la audiencia más crítica y distante, afectando la conversación y el peso cultural de la franquicia a largo plazo.

El Veredicto
El contraste entre Marriage Toxin y One Punch Man evidencia una tendencia industrial donde las nuevas series reciben recursos de élite para «venderse», mientras las consagradas sufren recortes de calidad. Es un recordatorio de que, para las productoras, la popularidad de una serie puede ser, irónicamente, su mayor enemiga al momento de recibir presupuesto.
Sostenemos que subestimar la exigencia visual del fandom de One Punch Man es un error estratégico. La calidad no debería ser un lujo reservado para los nuevos estrenos, sino una obligación para mantener la Autoridad de las grandes leyenda
¿Crees que las productoras tienen razón al pensar que los fans verán One Punch Man sin importar la calidad de la animación, o este descuido terminará por hundir la franquicia? Déjanos tu opinión en los comentarios.