Hoy, 31 de octubre, el fandom de Jujutsu Kaisen no solo conmemora el inicio del Incidente de Shibuya, uno de los arcos más impactantes del anime moderno, sino que revive uno de los momentos más dolorosos jamás escritos por Gege Akutami.
Recordamos el sellado de Gojo Satoru, la locura de Sukuna y el destino incierto de Nobara Kugisaki. Pero si le preguntas a cualquier fan cuál fue el instante que realmente los quebró, la respuesta es casi unánime: la muerte de Kento Nanami.
El sellado de Gojo fue impactante, sin duda, pero la muerte de Nanami fue personal. Fue íntima. Una herida que, incluso años después, la comunidad no ha podido —ni ha querido— cerrar.
Pero, ¿por qué su pérdida duele tanto? ¿Por qué este hombre de traje beige, sin técnicas espectaculares ni discursos épicos, se volvió un símbolo de humanidad dentro de un mundo podrido por la violencia y las maldiciones? La respuesta es simple: Nanami era el único adulto real en Jujutsu Kaisen.
1. Él no quería estar ahí (Y por eso era un héroe)

Nanami era, esencialmente, un hombre normal atrapado en un mundo anormal. A diferencia de Gojo, un genio que disfrutaba de su poder y su superioridad, o de Yuji, un protagonista con un destino impuesto, Nanami fue el único que miró el mundo de la hechicería y dijo con honestidad: “Esto es horrible.”
Abandonó ese sistema lleno de muerte y sacrificios y se fue al mundo corporativo. Cambió las batallas por un trabajo de oficina. Buscó dinero, rutina y estabilidad. Y durante un tiempo, lo logró. Pero incluso en ese entorno gris y alienante, Nanami descubrió que la normalidad no lo hacía más feliz.
Volvió al mundo de los hechiceros no por heroísmo, sino por un sentido de responsabilidad y decencia, porque alguien debía hacerlo.
Ese detalle lo separa de todos los demás personajes del shonen contemporáneo. Nanami no era un elegido, ni un prodigio, ni un soñador. Era un adulto cansado haciendo lo correcto porque nadie más lo haría. Y eso lo volvió profundamente humano.
Su heroísmo nació del agotamiento, de la conciencia del costo, no de la gloria. Por eso conectamos con él. Porque, en un mundo de personajes imposibles, Nanami era el único que entendía lo que significa seguir adelante cuando ya no se quiere seguir.
2. Su sueño era pequeño y real

Mientras Gojo hablaba de trascender límites y Yuji luchaba por encontrar un propósito, Nanami solo tenía un sueño por retirarse. Su meta no era salvar el mundo ni volverse más fuerte, sino algo tan simple como comprar una casa junto a la playa en Kuantan, Malasia, leer libros, y vivir el resto de sus días en paz.
Ese pequeño deseo encapsulaba lo que miles de adultos sienten a diario: el anhelo de escapar del ruido, del trabajo, del dolor y encontrar una calma que parezca merecida.
Y justamente por eso, su muerte duele tanto. No porque haya sido trágica, sino porque fue cruelmente real. Le arrebataron su derecho al descanso, su pequeño sueño de paz, a solo unos pasos de alcanzarlo. En una historia donde la mayoría de los personajes buscan poder, Nanami solo quería detenerse. Y el hecho de que no pudiera hacerlo lo convierte en uno de los retratos más humanos del manga moderno.
3. Su muerte no fue heroica, fue cruel

Gege Akutami es un autor que nunca ha temido castigar a sus personajes, pero con Nanami fue especialmente despiadado. Su final no fue rápido ni glorioso. Fue una tortura emocional y física meticulosamente construida para romper tanto al personaje como al espectador.
Primero, Nanami fue quemado vivo por Jogo, uno de los espíritus malditos más poderosos. Luego, medio carbonizado, siguió avanzando. Aún consciente de su estado, siguió caminando entre el caos de Shibuya, pensando con calma, recordando a Haibara, su amigo caído, y reflexionando sobre lo que fue su vida.
Y finalmente, cuando ya no quedaba nada de él, Mahito apareció para darle el golpe final.
Que fuera precisamente Mahito, la maldición que representa la crueldad humana, la distorsión del alma, quien lo matara fue una decisión simbólica y dolorosa. Nanami, que siempre defendió la dignidad del ser humano, fue destruido por la encarnación de lo peor de la humanidad.
Y aun así, su última sonrisa fue de paz, viendo una alucinación de su amigo Haibara antes de explotar en mil pedazos. Fue el cierre perfecto para un hombre que solo quería descansar.
4. «El resto te lo encargo a ti»

Las últimas palabras de Nanami a Yuji Itadori fueron tan duras como sinceras: “El resto te lo encargo a ti.”
No fue un discurso inspirador ni una promesa de victoria. Fue una carga. Una forma de decir: “Ya hice mi parte. Ahora sigue tú.” En ese instante, Nanami no intentaba ser un maestro, sino un adulto agotado dejando su responsabilidad a la siguiente generación.
Y esa honestidad, tan ajena al dramatismo de los héroes típicos, es lo que hizo de su muerte algo inolvidable.
No murió salvando al mundo ni derrotando a un villano. Murió aceptando que había hecho todo lo que podía, con serenidad y sin arrepentimientos. Fue, en esencia, el final de un adulto que cumplió su deber hasta el último segundo.
Nanami Kento: el espejo de los fans adultos
Parte del impacto de Nanami radica en que representa a la audiencia que creció con el anime shonen y ahora vive la adultez. Los fans que alguna vez soñaron con ser como Goku o Naruto, hoy entienden a Nanami: cansado, responsable, pero fiel a sus valores.
Su muerte no solo marcó el fin de un personaje querido, sino el fin de la inocencia dentro de Jujutsu Kaisen.
Desde ese momento, la serie dejó de ser una historia sobre adolescentes enfrentando monstruos y se convirtió en una reflexión sobre el costo humano del deber y la pérdida.
 
					 
   
								 
		 
		 
		