La leyenda de Studio Ghibli, Hayao Miyazaki, ofreció una visión dura sobre el presente del anime al afirmar que la época dorada ya terminó. Su hijo, Goro Miyazaki, fue quien reveló este pensamiento, generando un intenso debate entre creadores y seguidores del medio. Resulta impactante que una figura con tanto peso en la historia de la animación perciba un futuro con tan poco espacio para la innovación. Sus palabras abren una reflexión sobre si esta mirada pesimista retrata toda la industria o solo una parte de ella.
El peso del legado: Cuando el pasado eclipsa el presente

Miyazaki mira el presente con los ojos de alguien que vivió una era donde la animación se trataba de paciencia, detalle y alma. Para él, cada trazo era una extensión del pensamiento y no un producto destinado a cumplir plazos. Su visión nace de una nostalgia creativa, de una filosofía que veía en la animación una forma de entender la vida, no solo de venderla. Lo que realmente lamenta no es la falta de talento, sino la pérdida del pulso humano detrás de cada historia, un valor que hoy parece desvanecerse entre algoritmos, calendarios de estrenos y la exigencia constante de mantener la atención del público.
Una nueva generación que sí innova, pero de otra forma
El anime no se ha detenido, solo ha cambiado de ritmo. Las nuevas generaciones de creadores no buscan repetir el pasado, sino traducir las emociones humanas a lenguajes más directos y contemporáneos. Hoy, la innovación no siempre se mide en la técnica del trazo, sino en la capacidad de conmover a un público que vive en constante movimiento. Obras como Your Name, Violet Evergarden o Takopi’s Original Sin demuestran que el alma del anime sigue latiendo, aunque respire en otros géneros y se difunda a una velocidad que la generación de Ghibli nunca imaginó.
La Era Dorada no terminó, solo se transformó
Más allá de la técnica o la rapidez con la que hoy se crean las series, el anime mantiene su fuerza como un lenguaje que conecta culturas y emociones. Las palabras de Miyazaki invitan a pensar qué elementos del pasado merecen conservarse y cuáles deben transformarse con los tiempos. La sensibilidad y el humanismo que marcaron su generación siguen presentes, aunque se expresen de maneras distintas. La llamada época dorada no desapareció; se fragmentó y se esparció entre nuevas historias, estilos y miradas que siguen explorando la complejidad de lo humano.

El pesimismo de Hayao Miyazaki no significa que el anime esté en decadencia, sino que refleja lo alto que pone la vara como artista. Su preocupación nace del cambio entre una animación más artesanal y la rapidez con la que hoy se produce contenido. No estamos viendo el final del anime, sino una transición donde la creatividad busca adaptarse a nuevas formas de contar historias. La “Era Dorada” no terminó; solo se transformó en una etapa más global y diversa, donde la emoción sigue siendo el centro.
Miyazaki lamenta haber perdido el espíritu más humano y pausado del arte. ¿Cuál creen que es el nuevo valor que define esta época del anime? ¿La variedad de géneros, la calidad visual o la conexión con el público mundial?