El 2025 ha sido el año de la hegemonía total para la obra de Eiichiro Oda. La franquicia no solo dominó el mercado del entretenimiento, sino que trascendió a la cultura geopolítica y deportiva. Entre sus hitos destacan:
- Símbolo de resistencia: La Jolly Roger de los Sombrero de Paja fue adoptada por la Gen Z como ícono de libertad. Apareció en protestas en Francia, Indonesia, Nepal y Madagascar.
- Récord Guinness: En la Osaka Anime Expo 2025 se logró la mayor reunión de personas con sombreros de paja. Participaron 897 fans y estuvo presente el elenco de Netflix.
- NBA x One Piece: Una colaboración histórica con los LA Lakers vistió a Luffy con los colores púrpura y oro.
- Vuelven al número uno: Tras siete años, One Piece recuperó el trono como el manga más vendido en Japón. Superó a títulos como Jujutsu Kaisen y Blue Lock.
Que una serie con más de 25 años de historia alcance su punto más alto de influencia en 2025 no es un accidente. Es la consecuencia directa de una narrativa que dialoga con las crisis contemporáneas de libertad, identidad y resistencia, sumada a una gestión de marca excepcional. One Piece ha logrado que su imaginario trascienda el entretenimiento, convirtiéndose en un referente cultural capaz de convivir con la protesta social y el éxito comercial al mismo tiempo.
El Sombrero de Paja como símbolo de resistencia global

Este es el nivel más alto de impacto cultural: cuando un símbolo de ficción se emancipa de su obra original y empieza a representar causas reales. El Jolly Roger de One Piece ya no es solo un emblema pirata, sino un signo reconocible de inconformidad juvenil en contextos sociales y políticos muy distintos. Para muchos jóvenes, Luffy deja de ser únicamente un personaje y pasa a encarnar una actitud frente al mundo: desafiar el statu quo. Esta apropiación solo es posible cuando el mensaje se percibe como honesto y coherente a lo largo del tiempo.
Al observar la evolución de los símbolos de protesta contemporáneos, resulta evidente que el Sombrero de Paja ha reemplazado a otros íconos de la cultura pop, consolidándose como una imagen de rebeldía moderna con significado compartido.
El regreso al trono editorial: longevidad sin desgaste

Volver a ser el manga más vendido de Japón en plena era de títulos recientes demuestra una capacidad excepcional de renovación. One Piece logra avanzar sin traicionar su esencia. El live action de Netflix funcionó como puerta de entrada para nuevas audiencias. Al mismo tiempo, la saga final mantiene comprometidos a los lectores veteranos. La presencia del elenco en el Récord Guinness de Osaka simboliza algo más profundo. Representa la fusión entre generaciones y formatos en una sola comunidad global. Superar a fenómenos como Jujutsu Kaisen o Blue Lock no responde a la inercia. Confirma que la historia sigue siendo relevante, sólida y emocionalmente poderosa.
Pocas obras logran cerrar la brecha entre pasado y presente con tanta naturalidad. En 2025, One Piece no se comporta como una leyenda que vive de su legado, sino como una franquicia activa que aún define el pulso cultural del manga y el anime a nivel mundial.

El Veredicto
El 2025 ha demostrado que One Piece no está terminando, está culminando su ascenso como la IP más importante del siglo XXI. Su capacidad para unir a la NBA, a los manifestantes de París y a los récords mundiales en un solo año es un testimonio de la visión universal de Eiichiro Oda.
Sostenemos que el retorno al #1 de ventas es el reconocimiento justo a una obra que ha sabido envejecer mejor que sus competidores. One Piece ya no compite con otros animes, compite con las marcas más grandes del mundo, y está ganando.
¿Crees que el impacto político de la Jolly Roger en el mundo real afectará la forma en que los gobiernos o las corporaciones ven al anime a partir de ahora? Déjanos tu opinión en los comentarios.