La industria del anime ha sufrido una pérdida irreparable, una persona de gran talento y aportaciones en One Piece y Dragon Ball. Por medio de reportes de animadores, confirmados posteriormente por su familia, revelaron que el director de anime Tatsuya Nagamine falleció el pasado 20 de agosto a los 53 años. Sin embargo, reducir su figura a una nota de luto sería injusto; hoy despedimos al hombre que, desde las sombras de la producción, orquestó el renacimiento visual más importante de la última década en Toei Animation.
El arquitecto de la «Era Wano» en One Piece

Para dimensionar realmente lo que significa esta pérdida para la industria del anime, es necesario revisar cómo era One Piece antes y después de su llegada. Nagamine tomó las riendas de la serie a partir del episodio 892, justo en la apertura del arco de Wano.
Ese fue el punto donde dejó su mayor huella. Nagamine impulsó una transformación total en la dirección de fotografía y en la aplicación de filtros de línea, elementos que dieron a la serie esa sensación de “película semanal”. Bajo su liderazgo, la animación abandonó la rigidez que la caracterizaba para convertirse en algo mucho más dinámico y fluido. Quienes seguimos el anime semana a semana percibimos el cambio de inmediato: llevó a la televisión el nivel de calidad que ya había demostrado en One Piece Film Z, que también dirigió. Ese estándar se mantuvo hasta el arco de Egghead y continuó influyendo en los episodios posteriores.
La maestría del caos en Dragon Ball Super: Broly

Hablar de Nagamine implica necesariamente mencionar su mayor obra en cuanto a acción, nos referimos a Dragon Ball Super: Broly. Mientras otros directores de la saga se centraban en mantener la rigidez de los modelos, Nagamine apostó por la energía cinética por encima de la perfección anatómica.
Gracias a esa visión, los animadores pudieron “romper” los modelos de los personajes para transmitir aceleración, fuerza e impacto genuino. Si la batalla entre Gogeta y Broly se sintió como una experiencia visceral y completamente distinta a cualquier combate de Dragon Ball Z, fue por su filosofía de permitir que la animación se deformara, fluyera y respirara al servicio del espectáculo visual.
Un perfeccionista con corazón
Más allá de su técnica, su ética de trabajo definió a sus equipos. El guionista Osamu Suzuki compartió una anécdota reveladora sobre la producción de Film Z. Aunque Nagamine rechazó el primer guion y se mostraba severo, al finalizar el proyecto, se inclinó profundamente ante Suzuki con un sincero «gracias por tu duro trabajo».
Esta historia humaniza al genio: un director exigente que ponía «su alma y corazón» en cada frame, pero que valoraba profundamente a quienes lograban seguirle el ritmo en su búsqueda de la perfección.
Veredicto: Un legado imborrable
Tatsuya Nagamine no fue simplemente un director que pasó por varias producciones; fue un creador de lenguaje visual que transformó la manera en que los shonen comunican emoción, poder y movimiento. Su influencia se extiende desde sus aportes tempranos en Precure y Digimon, donde ya dejaba ver su inclinación por la fluidez expresiva, hasta sus trabajos más emblemáticos en las grandes franquicias de la Shonen Jump. Allí consolidó un estilo que combinaba dinamismo, riesgo y una comprensión precisa de cómo debe sentirse la acción en pantalla. Nagamine formó a toda una generación de animadores que hoy replican y evolucionan su manera de pensar la animación, asegurando que su sello visual siga vivo durante muchos años en cada impacto, cada transición y cada secuencia de combate que ellos produzcan.
Para honrar su legado, queremos invitarte a participar: ¿cuál crees que representa mejor su genio como director de acción? ¿La épica confrontación final de One Piece Film Z o el explosivo enfrentamiento de Dragon Ball Super: Broly? Comparte tu homenaje y tu escena favorita en los comentarios.